En ese fuego del alma que guardo,
cual un suntuoso marfil muy preciado,
para que lleno de gracia se entregue,
sea la base de amor consagrado.
Copa con vino de vida perenne,
vaso con miel de pasión que flamea
y un ascua viva encendida en el fondo,
en el lugar donde está el corazón.
A una violeta le ofrendo este anillo,
es un regalo de amor permanente,
con el engarce estupendo del oro,
de mi esperanza que brilla de anhelos.
Rojo de fuego y tan blanco de puro,
aroma a rosas panal de ternura,
le doy mi esencia en cada mirada,
como si fuera tan raro brillante.
Humberto Reyes H.