¿Por qué no prolongaste mi dulce sueño?
si lo sé, en ti también el tiempo apura
y en separarnos vilmente ya se empeñó.
En el fondo del vaso un amor censura.
Cuando vi el fondo vacío, ya clame en vano,
soy maufrago, tu mar me rodea, hundirme desea,
tú en la orilla ya no me tiende la mano.
Tus ojos mojados, simulando llanto parpadea.
A la lira del amor, hace oído sordo tu encanto.
Mis manos trémulas buscan con desesperación
poner fin a espada feroz, el infame sufrimiento,
en el maldito criminal quiere hallar solución.
Tu senda bienhechora que me aparta de ti.
El tiempo sonríe al ver su atroz venganza,
tu encanto celestial aún es tiempo que sufrí.
Ahora nada florea en mi desierta esperanza.
Vuelve en los recuerdos tus manos ingenuas,
dándome caricia tanto placer en mí despertó,
también tu celestial voz su hechicería continúa.
Odio mi orgullo que de tu dulzura se sustentó.
Tus ojos son como un sol temible sin ocaso,
ahora es ignominia de cadena que oprime,
por idolatrar y beber amor, de tu mismo vaso.
Ahora es fin del caso, en tu decisión estás firme.
Autor: Alcibíades Noceda Medina