#1 | Sandoval Quintero Fernando Gabriel |
#2 | Azaroth |
#3 | VICTOR SANTA ROSA. |
#4 | Victoria |
#5 | Shamonhi |
#6 | Classman |
#7 | Feda-Orjim |
#8 | GerardoAlopez |
#9 | lunaelly |
#10 | Biancaestella |
#11 | jureme |
:: | Alegria |
:: | Amistad |
:: | Amor |
:: | Angustia |
:: | Ausencia |
:: | Dedicatorias |
:: | Desolación |
:: | Distancia |
:: | Dolor |
:: | Encuentros |
:: | Familia |
:: | Fechas Especiales |
:: | Guerra |
:: | Humorísticas |
:: | Ilusión |
:: | Infantiles |
:: | Locura |
:: | Mensajes de Paz |
:: | Miedo |
:: | Nostalgia |
:: | Olvido |
:: | Parejas |
:: | Patrióticos |
:: | Pensamientos |
:: | Personales |
:: | Prosa Poética |
:: | Recuerdos |
:: | Sentimientos |
:: | Sin Clasificar |
:: | Soledad |
:: | Sueños |
:: | Surrealistas |
:: | Tristeza |
LA PALMA DEL MARTIRIO
Poeta: Luis Arceo Preciado
Desde los trece años
y unos meses cumplidos,
el Niño José Sánchez
era una nueva flor
para la cruz de Cristo.
Su vida fue un ejemplo
de amor y de heroísmo,
para todas las gentes
de venideros siglos.
Empezó en su Sahuayo,
en la hora inicial del catecismo;
ya desde allí rezaba santidad,
con devoción cristiana
como todo buen hijo,
a prepararse para recibir
la palma del martirio.
Una fuerza interior
lo llamaba a ser digno
modelo de virtudes:
de valor, de piedad y sacrificio.
Fue su nombre de pila
José Sánchez Del Río,
Y se llamaba así,
porque en su corazón se acumulaban
las vertientes del agua del bautismo.
Dios lo llenó de gracias
con un mar de fervor hacia su Hijo.
Y si Del Río se llamaba,
su vida había de ser como otro río.
Caudaloso y fecundo,
mensajero de luz y de optimismo;
llenando de frescura los parajes,
como deben ser siempre
todos los buenos ríos.
Que viven sin descanso,
cumpliendo su destino.
Como una bendición para los pueblos,
donde crecen las flores y los trigos;
haciendo que se llenen los viñedos
de sagrados racimos.
Este era José Sánchez,
que del Señor cumplía los designios.
Él no sabía por qué,
pero así estaba escrito.
Y se fue de soldado a las regiones,
-donde empieza la senda del Calvario-
siendo todavía un niño,
pues para dar la vida por la fe,
no existe ni la edad ni un plazo fijo.
Allí con los Cristeros,
sus amigos,
compañeros de lucha,
era un campo propicio
para darse en ofrenda a Cristo Rey:
¡Allí José levantaría su cáliz
y probaría del dolor el vino..!
La Iglesia de Jesús
sufría persecuciones y suplicios.
Era víctima injusta
de atentados y burlas
de altas profanaciones en su culto
e iniquidades contra sus ministros.
Mas él, José, muy lleno de entusiasmo,
quiso verter su sangre
por los santos principios
que le hubiera inculcado el Evangelio
y conservaba siempre en lo más íntimo.
Al niño José Sánchez
lo ha apresado un esbirro
y por cárcel le han dado
le han dado el templo mismo.
Terribles y arbitrarios los verdugos.
En sus negros designios
había maldad y muerte.
Con mano poderosa, los políticos,
así habían convertido
en un corral de gallos de pelea,
el sagrado recinto.
Ya no se repicaban las campanas,
nadie acudía a misa los domingos.
El pan para las hostias eucarísticas
sólo a escondidas era repartido.
Mas a José se le agolpó la sangre;
de repente le vino
un impulso de santa indignación.
Y al ver como los gallos ofendían
el silencio, la paz y los altares,
se le clavó una decisión en el espíritu:
y tomó cada uno por el cuello;
y los mandó al abismo.
Luego cubrió sus labios de plegarias.
El terror del peligro
galopaba por todos los rincones.
Y el que fuera testigo
en el momento de aceptar la fe,
al recibir las aguas bautismales,
lo había dejado solo,
ya no era su amigo.
Ya, sin más, la sentencia estaba dada;
no iban a hacerle juicio.
Sólo lo llevarían al Camposanto.
Y en medio de la noche,
con un pequeño proyectil salido
de la mano implacable de la muerte,
José Sánchez caía
santificado y sin sentido.
Pero antes, recorrería el camino
amargo y cruento de los sufrimientos.
Lastimaron su cuerpo con el látigo,
Y las dagas lo hirieron con su filo
y marcaron las plantas de sus pies
en heridas en cruz, con los cuchillos,
para que más trabajo le costara
llegar hasta el patíbulo.
Eran irresistibles los dolores
en cada intento para dar un paso.
Las puertas de la gloria
ya esperaba al Mártir,
que no dejaba de decir en el trayecto:
“Que Viva Cristo Rey,
que viva Jesucristo.
Virgen de Guadalupe,
ten piedad de tu hijo”.
Cuando iban por la calle,
camino al Campo santo rodeado de pirules,
y en medio de las sombras de la noche,
un militar tal vez compadecido,
o con saña y crueldad,
quebrando las tinieblas
y el silencio,
le disparó muy cerca del oído.
En ese mismo instante
el viento y las estrellas y los árboles
anunciaban gustosos
y entre llanto,
que había nuevo elegido.
En ese mismo instante,
lágrimas y oraciones
salieron a su encuentro en el camino;
se alegraron los templos,
y cantaron los campos de cultivo
¡El Niño José Sánchez
empuñaba la palma del martirio!
¡Que si su edad era precaria,
fue más grande su amor y su heroísmo!
Ya se había consumado el holocausto.
Ahora el Niño Mártir
era una nueva flor
sobre la alta del sacrificio.
Y en ese mismo instante,
se presentó en la eternidad,
se presentó en la eternidad con Cristo.
Santificado para siempre
y por todos los siglos.
POETA LUIS ARCEO PRECIADO
» | Total Poesias: | 99,627 |
» | Autores Activos: | 4,260 |
» | Total Comentarios: | 47,522 |
» | Total Votos: | 9,266,099 |
» | Total Envios | 159,596 |
» | Total Lecturas | 142,892,756 |
© HGM Network S.L. || Términos y Condiciones || Protección de datos | Política de Cookies