La poesía llegó a mi...
tenue, desnuda, sin el filtro
de la vida,
cual una marejada de
aguas nuevas
y la frescura de su brisa
aterciopelada,
llegó un día,
deseosa de quedarse,
entre los manantiales
cristalinos de una
llanura rozagante y diáfana.
Aparcó sus alas de libertad
en mi nido de dudas,
y selló para siempre
el deseo de tenerla
entre mis manos y devorarla
con el candor adolescente
de una juventud inolvidable.
La poesía llegó a mí...
tenue y desnuda,
cual una mujer que en mi alma
dejó el sabor eterno
de sus labios en mi cuerpo.