De la cava extraigo el aroma de tu boca,
Sabor a vino tus labios endulzan esta copa.
Toda fresca cual racimo, toda dulce en la vaina.
La barrica en que tus besos fermentaron los suspiros
y el elixir contagioso en que nos vimos.
Gota a gota fui saciando la sed
y el embrujo en que caté tus labios.
En la noche del destino
nos bebimos juntos entre risas y ambrosías,
entre besos y caricias,
y quedó la luna
embriagada y cortejada,
y quedó la noche
en el aroma de tu almohada.
He bebido como el mar que sorbe sus fronteras:
Los ojos de tus playas,
las sábanas que vuelan tras tus brazos,
la fértil cosecha de tus muslos,
el arroyo que riega tu espalda donde habita
la desinteresada tela de tu cuello.
Ebrio, ¡sí!.
y no puedo esconder la copa de mi mano,
y no puedo encubrir el beso
que derrama de mi boca.
Aturdido entre tus brazos evoco
tu silencio y mi silencio.
Frenesí de copas, de besos y de aromas.
La callada copa en que marqué tus labios.
Frenesí de nudos y gargantas.
¡Que se calle la noche por un rato!.
Alzo la copa y bebo de tus labios,
en el brindis de tus besos,
el aliento aromático que emerge de tus pechos.
¡Que se calle la noche por un rato!.
Salvador Pliego