Aún recuerdo esa noche que con sigilo entre a casa, era ya la madrugada y tú dormías en mi lecho, no quise prender las luces para no romper el encanto y con la luz que ingresaba por la ventana pude percibir tu figura recortada entre las sábanas. Imagen de diosa tú tenías y tus curvas bellas se insinuaban, nada tú me mostrabas, pero todo yo lo imaginaba. Con cautela y en silencio me quite toda mi ropa y al hacerlo me dí cuenta que mis manos ya temblaban, aún antes de haber llegado a tu espalda esplendorosa donde al posar mi boca me embriague con tú perfume. Tú lentamente te giraste y corriendo la seda que te cubría al descubierto me dejaste esos senos de maravilla, sin piedad les bese a ellos y tu te estremecías, me esperabas yo sabía, tú calor me regalabas y en tu cuerpo yo bailaba la danza de los enamorados, por ello tus pechos con turgencia pronto enarbolaron en sus aureolas la pasión del deseo tan esperado; luego como en danza prolijamente practicada me tomaste por mi sexo y humedeciéndolo en tus labios con fruición desesperada me hiciste conocer mundos no visitados, por ello mi mano acudió a tú nido fecundo y en el percibí la humedad esperada y de prisa sin más tiempo socavé sus profundidades y tu rostro se trasformó en placeres inimaginables, todo fue temblor, más que temblor terremoto que por tiempos no medidos los dos bailamos, tu cuerpo como arco tensado por la flecha rígida que sostenía y como toda melodía con un espasmo llegó a su fin, con mi mano sequé tú frente y tú boca me dio el aliento que por la fatiga había escapado. Las horas habían pasado y los primeros rayos ingresaban, sólo basto que mi mano tu sexo rozara y de nuevo tú danza como locos empezaba. Por ello recuerdo esa noche, hoy en mi soledad y sin ti en mi cama.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!