Por lejos que estemos tú y yo

En lo terrenal
de un corazón sin espinas,
una luz por estrellas deseada
traspasa a las vendas
de mi oscura soledad.
Eres el relato
que los hombres de letras
nunca alcanzaron a imaginar.
Eres la esperanza
que los curanderos
nunca lograron pronosticar.
Eres el agua
que los ríos de mi alma
nunca soñaron beber.
Tu corazón es más limpio
que los campos de trigo
que se peinan cada amanecer
con el viento que hacen
las sábanas de la luna
cada vez que se arropa y duerme
hasta el siguiente anochecer.
Será el más fuerte,
el corazón de un guerrero,
soldado de gran valor.
Pero hasta ese corazón
se arrodilla ante tu boca
cada vez que por ella susurras
la palabra amor.
Cada noche contempla Orión
y verás en su armado cinturón,
dos huecos bien guardados
que el firmamento nos ha regalado.
Para que más allá de la muerte
juntos podamos ver en la Tierra
a aquellos que nos amaron,
nos aman, y nos amarán siempre.
Cada noche contempla a Orión
y por lejos que estemos tú y yo
al mismo sitio, cada noche, miraremos los dos