Caminaste fundiendo el dolor
enalteciendo el orgullo;
el abandono no te menguó
la fuerza de acariciar la vida,
lacerados tus sentimientos
fortaleciste los cimientos
con la dureza y la hidalguía
como se edifica el alma.
Eres la palabra certera
cambíaste mi presente descarriado,
futuro tambaleante
artífice de los logros y conquistas
de tus fructíferas secuelas, recorres el sendero
jubilosa, contemplas a la segunda generación
evolucionando impregnada de sabiduría,
resurges con la determinación, la casta valiente y consistente que cabalga
marcando el legado de tu existencia.
No hay viento que te doblegue,
sólo puedo decirle a ella que
le dedico este poema, ¿Quién es ella?,
es mi señora madre.