No podría nunca expresar,
¡cuánto te admiro, mi vida!
Aunque muchos años pasen,
te volvería otra vez a querer.
No puedo olvidar tu cuerpo;
despide esa fragancia suave
de tu vergel florido
dotado de un vigor exuberante.
Son pétalos de rosas
rojos como tu sangre.
fluyen por mis arterías,
y la siento filtrarse.
En las mías, incendian;
en las tuyas, también.
Aun muriendo de pena,
volvería a producirse.
Siempre te seguiré buscando,
para ampliar este amor
que está latente en mi corazón.
¡Cuánto deseo, tu asistencia!