Veo en un espejo
que me arrastro
y desbarato
tu ser,
un ciruelo
con hemorragias
en la pared
que forman una greca,
el destino
de la coincidencia
en un clavel,
que al comerlo
lentamente
diseca mi noche,
mata mi sol
y hace explotar
mis pulmones.
Me veo a tu lado
recogiendo ilusiones
como un caballero
a su espada,
te partes en dos
y tomo tu alma
con una red labial
para clavarla
en mi arteria
lumbar y así
necesitar de ti
para poder vivir.
Veo tus colmillos
y su marca
en mi cuello,
un par de anillos
en el entierro
que desatamos
al tocarnos,
un violín de fondo
que escuchamos
en cada caricia
profunda,
como una daga importuna
que hace explotarnos
en el ambiente,
como una nova
de energía inerte
que nos haga
levitar en
en ti.
Te veo
en un destello,
en el fin
del universo
colgada de mi boca
como un lucero
sin luz.
simplemente tú
eres el Dios
que me ha creado
y tu misma también
la muerte que
me ha llevado
a creer
que ni Dios
ni la muerte existen,
solo tu ser.