La verdad del amor puro

Desnudo. Me visto con la tarde,
En el velo de un jardín
Que no tiene manos.
Con el dolor del alba
Y los cauces secos de los ríos.
Y a la temprana edad de niño. Estoy vivo,
Vuelvo entre los abismos
De entre los gritos
Buscando tu espalda cicatrizada
Llena de cálidos besos
Y letras sin olvido.
Sobre la tarde arrojé al pozo, al exilio,
La carne de una muerte prematura,
El descoser de la piel, de los dedos,
A través de un hueco
Que anega el umbral del brillo
Y fuerza al sol a ser un dibujo,
Detrás de un cristal, que respira de hilos.
La muerte prematura, huye de lo vivido,
Cerrando párpados
En las grietas insonoras del rostro.
Sonriendo en la mueca de tatuajes
Sobre las cuencas de los muertos.
Haciendo el equipaje; afán de viajero,
Con una lápida a cuestas huyendo
De las noches que traen consigo los ruidos.
Detrás del cristal, sólo hay distancias,
Imágenes y recuerdos
Anhelos de un barro mal formado,
Sombras que visten los muros,
Que tropiezan con árboles y ramas.
Miradas que dejan a la palabra
En esquinas olvidadas; abandonos,
Que se transforman en lamento sordo
Y buscan en el lecho refugio;
El calor de los huesos
El transitar de las almas.