Ardiendo en las heladas ascuas de tu mirada,
con los labios aún llenos de cisnes vespertinos,
he aprendido a luchar contra el crepúsculo
como el que aprende a escribir la palabra "olvido".
Y aún recorro el páramo de sangre de tus besos,
y aún crecen en sus tierras bocas como gemidos,
pero he aprendido a no escuchar tu nombre,
como el que aprende a destejer amores que ha tejido.
Y es que tu herencia es triste, y no acepto tu legado,
aunque llenes de lágrimas y huesos mi camino,
pues he aprendido a no detener mis pasos
y a no buscar los besos que he perdido.
Quizá no compartimos el mismo infierno o el mismo cielo,
quizá tus labios nunca fueron míos,
quizá la noche no nos guarde ya secretos,
quizá nunca debiste estar conmigo.
Pero ya poco importan las cenizas
de un amor en el que diste menos de lo recibido,
por eso pido que para saldar tu deuda,
seas feliz y olvides que he existido.
Por eso digo adiós, pues entre nuestras almas,
ha abierto la esperanza un gran abismo,
pues he aprendido que el amor no siempre mata,
y que la vida sigue...aunque tú te hayas ido.