Voluntariamente día a día, me recluyo
en la anónima soledad del aposento mío,
buscando dentro de mí, algo de paz,
de esa luz del pasado y mi alegría.
Normalmente, igual que todos, yo laboro.
Al amanecer y abrir mis ojos, me doy cuenta,
que continuo consciente, saludable y viva.
Me alegro, doy gracias, me arrodillo y oro.
Paulatinamente empieza mi conciencia
a animarme a llenarme de optimismo.
Obediente a esa luz que me ilumina,
en cadena a mis hijos, voy y animo.
Voluntariamente de nuevo, de noche me recluyo
en la anónima soledad del aposento mío.
Lejos de trabajo, estudio bullicio y rutina.
Otra vez a Dios le doy las gracias y seguimos…
Midvale
Mayo 13, 2008
10:00 a.m.