CARTA DE RENUNCIACÍON

Amores imposibles, únicos, espléndidos y maravillosos, hoy no vengo a regalarte una de esos tantos sonetos que tú me inspiraste, vengo a decirte, que no te olvidaré jamás, de eso puedes estar segura, y te guardaré siempre aquí en mi corazón, y también te tengo un profundo cariño y un afecto inmenso me queda, de la persona mas hermosas en todo sentido, a pesar te digo adiós.
Comprende que un día más tarde o más temprano, ésta llama de amor iría disminuyéndose, porque así son lo amores grandes, los que nunca son posibles. Un día llegaría quizás el hastío, por lo cual yo seré culpable y probablemente tendría que asistir al espectáculo de tus remordimientos por dejar a los tuyos y verme implicado en todos ellos, por haber sido causante de algún mal irreparables, o de no poder cumplir nuestros deseos de lo que tantas veces hablamos y la que no le encontramos salida.
La sola idea de saber que estás sufriendo, me crea mas torturas de lo que tú no te imagina, solo debo dejarte en paz como estabas antes, mas me tienes que olvidar. ¿Por qué me conocerías? ¿Por qué estoy tan lejos? ¿Por qué carezco de perfección?, Yo no tengo la culpa de eso, no, no Dios mío, aquí no hay más culpables que la fatalidad, esta inmensa distancia, que nos agobia esta el espanto.
Ay, si tú y yo hubiéramos sido esas cabecitas locas que tanto abundan, que fácil lo hubiésemos hecho, embarcándonos en problemas interminables, sin pensar en nuestro entornos, pues yo pienso que con el tiempo saldremos agradeciendo, el uno al otro, por no dejarnos llevar por fantasía y deseo de la adolescencia, pero en esto tú ayudaste mucho, mostrando madurez, cada vez que sea necesario, ya tenga tanto que agradecerte.
Entiende mí bien, la marcha del tiempo es implacable, pero tú ni yo seremos culpables de lo que nos sucede, creo que ponemos punto final a tiempo, antes de causarnos daños, nuestros sueños fueron hermosos de conocernos, tal vez de vivir junto, hasta inclusive tener nuestros hijos, formando una familia, y mi deseo en particular en convertirte en mi esposa, amarte mucho y mimarte todos los día, cada día mas y mas, hasta el fin de nuestra vida.
Por eso, para purgar todo el mal que pude haberte causado con mis indecisiones, he decidido condenarme al destierro. Me voy y estoy tan consternado, que no se adónde esconderme, ni yo mismo lo sé, te pido que sigas siendo buena, la niñita dulce, con quien siempre soñé, alguna vez despertarme y encontrarla entres mis brazos. Que conserves el recuerdo de quien fue tu enamorado lejano, y yo que nunca olvidaré a esa personita divina.
Creo que cuando te tenga hijos uno de ellos llevara tu nombre y también les hablaré de ti, talvez tu me olvide definitivamente, les diré que tú eres el tesoro que encontré y no pude ver nunca atesorada en mi. Te recordare siempre, porque no creo que dos personas pudieran haber sido más felices, de lo que nosotros soñamos serlo, con ese amor tan puro que nos profesamos todo este tiempo desde el momento que nos encontramos.
Tal vez algún día, cuando vuelva y ya haya pasado mucho tiempo, podamos volver a encontrarnos y a recordar serenamente nuestro viejo amor que nunca se hizo verbo o sea realidad, aunque nació entres prosas y versos de mis mísero sonetos, entre la noche y el día, entre tu soledad y la mía...
A. Noceda M...