Lo que siempre anhelé ahora tengo,
es mío, lo que siempre había soñado,
es verso de mis verbos mal pronunciado.
Será siempre mía, así al menos supongo.
En cada poema tácitamente la nombro,
despierta con voz de ave mi mañana,
sutilmente enredada entre sabana,
es musa inspiradora del asombro.
Baja cual fresco manantial de montaña.
Cae la penumbra y ella me acompaña,
toda esa bondad, lo que tanto aprecio.
Llegó cuando mis pasos son ya lerdos,
ella clarea mi valles de recuerdos.
Lo que hace por mí, no tiene precio.
Autor: Alcibíades Noceda Medina