Blanca su tez, su boca deformada,
con sus ropas que huelgan por doquier,
roba alegría, risas, carcajadas,
con su sentir prestado, como en alquiler.
Como la oruga y la mariposa,
su vida dista de la felicidad,
sólo al actuar con los aplausos goza,
retornando a ser oruga en soledad.
Llora solo, al quitar el maquillaje,
mirando de su rostro las arrugas,
pregunta, por qué, lo tuvo que engañar?
Ha vivido semejante ultraje,
que no le quedan, al payaso dudas,
de que es tarde para volver a empezar.
® Susana Valenzuela 30-08-09