Las lágrimas de papá

Me encontraba Leyendo, apoyado sobre el comedor de su casa

desde donde lo alcanzaba a ver recostado en su recamara, en su

buró, la grabadora reproducía uno de aquellos cassetes con los

solos de sax del grupo que él dirigía desde el piano y que por pláticas

previas, sabía uno que eran tiempos profundamente añorados

por él.

Su pose tan familiar, me parece verlo justo ahora al cerrar los ojos,

el pulgar de su mano izquierda sobre su pómulo, su índice en la

frente y los demás semicubriendole la cara, ocasionalmente la

bocanada al cigarro, que por no ser común en él, se podía sentir

ese trance por el que atravesaba....

Lo vi pararse lentamente y junto a su grabadora acomodarse en el

sillón de la sala, ahora frente a mi, y aunque apenas recargado,

volvió a su pose de siempre, con la pose, la música y las

añoranzas se acomodaron también...

Papá rondaba los 70 en ese tiempo, yo 30 menos y fue justo apenas

la primera vez que vi sus lágrimas.

Estas se deslizaban despacio, no lo vi quitarlas en discreción ni nada,

después de todo, canciones remembrando tiempos por los que valga

la pena llorar un poco, hablan claramente del valor de éstos.

Me acerqué y besé su frente, recargué su cabeza en mi pecho y lo

abracé fuerte, pasó su mano por mi cara, no dije nada, no dijo nada,

No hubo palabra que hiciera falta.


Papá murió, el piano se llenó de fotos de todos aquellos tiempos que

vivió, recordó, añoró y lloró...


Hace poco, recostado y con esa pose inevitable que describo antes,

lloraba despacio recordándolo, tan buen tipo, tan buen padre y esposo,

tan bonachón, tan fino...Se acercó mi hijo, me removió alguna lágrima,

me besó la frente, me apretó fuerte sobre su pecho...Pasé mi mano por

su carita, no dije nada, no dijo nada, No hubo palabra que hiciera falta...