En esta casa de rozaduras y pelados,
que sobrevive al paso del tiempo,
hacemos uso de la actual tecnología de Internet;
ésta, accede por un simple hilo,
por donde corretean los bytes…
y se descubre en la esquina de esta habitación,
la más preciada y querida.
Allí parece que el corazón palpita
en cada chispa de energía.
Pudiese decir que los moradores
que nos cruzamos por los pasillos y ponemos juntos el mantel,
tuviésemos, en este lugar, una pasión irrefrenable
por mantener la privacidad entre estas paredes.
Como si nunca nos hubiéramos querido
o si no hubiésemos llegado a conocernos,
hacemos uso con riguroso turno
actuando, cuando se tiene la vez, con un incontenible sentimiento
que nos transporta allá a lo lejos
en donde se descubre el otro cabo del hilo.