Si al levantar mis ojos encuentro
una ventana abierta,
por ella mis ojos se irán.
Miran la noche y en ella buscarán
una estrella, que con fina luz
brillará en la oscuridad de la noche.
Pensar me queda;
que la más alta es mía,
tan mía que nadie puede; ni tocarla,
ni alcanzarla.
A ella le digo:
Sigue tan alta, tan bella y
lleva en tu brillar a los confines
del mundo, todas mis ilusiones,
y deja que sueñe;
que eres una estrella fugaz,
que donde caígas encontraré mi
felicidad, esa que no
se compra, que solamente se
encuentra, cuando tú caes.
A ti mi estrella te grito;
no caígas nunca, que has nacido
de un sueño, más alimentada
por la esperanza y cuando caígas,
morirás en la agonía que comparte
el recuerdo con el silencio.
Sigue tan alta y tan bella
y dejáme soñar que eres mía.
Dejáme soñar que tú, mi estrella,
me darás la felicidad cuando caígas.