En estos postreros años

Te quiero con cada cana
que aún conservo, de mi pelo,
te quiero con cada arruga
en mi gesto y en mi cara,
cincelada por el tiempo;
te quiero con cada soplo
de mi entrecortado aliento.
Y te demuestro mi amor
con el temblor de mis dedos
recorriendo tiernamente
las dunas de tu desierto;
acariciando tus manos
y lo frágil de tus huesos.
Te quiero hasta el infinito
y sigo amando tu cuerpo,
te quiero con cada gota
del torrente ya reseco
que antaño fuera mi sangre,
latiendo con embeleso.
Te quiero con esa calma
forzada, de mi esqueleto
y llevo tatuado en el alma
el recuerdo de cada beso
que te prodigué en la cama
con pasión y con respeto.
Te quiero a pesar de todos
nuestros viejos desacuerdos;
eres tú lo más amado,
mujer, y en los pocos años
que me queden a tu lado
sigo estando enamorado
de tí y todavía -- ¡te quiero!-
Eduardo Ritter Bonilla.