Ruge el viento con su imponente fuerza,
en el silencio solémne de la noche,
zarandeando con ímpetu de alteza,
árboles, objetos y todo en derroche. 
Con expresa energía al cipres altivo,
lo hace llorar imponiendo su ritmo,
somete su orgullo, que siempre contuvo,
dejando un descanso sucinto a lo sumo. 
Se escucha a lo lejos, como somete al mar,
con fúria y bramidos no deja la lucha,
se eríge, dando la cara sin descansar,
al final, se impone y con serenidad, techa. 
Ni los reyes ni titanes con él pueden,
riendo se va y deja patente su poder.
Los desastres destructivos no se entienden,
engendran miedo implícito, al fallecer. 
¿Qué somos ?seres frágiles como nata,
¿ por qué comportarse con altanería?
si la fuerza natural con poder ata 
sirviendo sin replica su sabiduría 
JLM