Hetaira

Ella, como la gente normal
tiene una profesiòn cualquiera
y como la gente normal
en su hogar alguien la espera.
No es la primera ni la ùltima
que tambièn se dedica a ejercicios amatorios
muchas lo hacen y no las critican
porque se esconden en sus dormitorios.
Nadie sabe de sus tristezas
ella tiene que soportar hombres locos
que se burlan diciendo bajezas
hasta que dejan hinchados sus ojos.
La acusan sin ninguna piedad
de pecadora y viciosa
y la llaman con mucha crueldad
desleal y veleidosa.
¿Por què nadie se inmuta,
del sufrimiento que ello le provoca?
cuando la nombran vulgar prostituta
sin pensar que su corazòn no es de roca
y que siente dolor como golpes de fusta.
Pensèmos en esas mujeres
que aunque con gusto se dediquen
al Mercado de Placeres
y aunque no se justifiquen
sus diarios menesteres
no merecen que tan vilmente
sus hechos se le critiquen.
¡Què tire la primera piedra
el que no ha pecado siquiera!
FANTASÌA