Saberte...
sola, en la placidez
alucinante de
un mar de seduciones
y miradas que no olvidan,
tersa, en la constancia
de esos arrabales,
donde la tierra escucha y
el aire huele a crisantemo,
sutil, en las sombras
que a la noche, dibujan
su fortaleza, los duendes
de cualquier atardecer,
de sitios castigados,
etérea, cual el ángel
gris, que a sus colores
de espumas y arrecifes,
pintan de soledad
los otros pensamientos,
frágil, con el toque de
fortalezas, las internas,
tan tuyas, tan irreverentes,
dormida, en mi piel
que te espera, aún
imaginando, que de mí..
no podrás huir en tus
carrozas de ensueños
parecidos.