Es esa boca que escupe rocas, trozos de fuego.
La que te tiene obnubilado con sus sonrisas.
¿Que tú no sabes, que de mozuela poco le queda?
¿Qué en sus faldas, ronda la muerte, viene de prisa?
No te condenes por una araña, grácil, oscura.
Ella desea que moribundo, sigas en trance.
Con su sonrisa, con sus pesares, que no existen.
Lumbre indecisa, de los inventos que no le fallen.
Y cuando salgas de ese tu trance, que te electriza.
Habrá silencio y más silencio que te cotiza.
Solo en la noche, vagas de día, polvo en el tiempo.
Solo, y tan solo sin esa boca que a ti te hechiza.