Con la magia de tus palabras
has abierto mi corazón,
ese, que estaba cerrado,
fuertemente acorazado
tras amarga decepción.
Has abierto mis ventanas
como un tibio rayo de sol
y le has devuelto a mis canas
su verdadero color.
Hoy recuperé las ganas
de vivir, con fe y valor.
Abierto mi corazón,
de él se escapa un torrente
de completa adoración,
un amor tierno, ferviente,
que brota cual lava hirviente,
encendiendo mi ilusión.
Así, a corazón abierto,
me declaro enamorado
de tu ser idolatrado
con la más febril pasión.
No existe nada más cierto
que esta dulce devoción.-
Eduardo Ritter Bonilla.