Oh, mi amor,
Bebe ésta, mi pequeña muerte fugaz,
invadiendo todos mis sueños.
Mis textos.
Mi imaginación.
Mi vida misma.
Yendo más lejos de lo posible
de lo postrero,
atreviéndote al más allá,
atravesando el atrio letal.
La oscuridad se esconde en mi imaginación.
Otra sorpresa para mí,
otro misterio revelado.
Tu ausencia hace trizas mi serenidad.
Tú tienes la llave de mi rincón secreto.
Yo existo en ti,
Ésa es la vida.
La vida misma.
Atravieso tu tiempo.
Estás….
En la raíz de los vientos.
Me encierro en mi propio laberinto para hablarte,
soy un horizonte desnudo.
Se desdobla la latitud de mi alma
y se quiebran mis fuerzas,
las últimas…
La dicha que me diste no me alcanzará,
no podré seguir usándola hasta el fin,
hasta que de mí no quede nada,
hasta que mi corazón tiemble con leves aleteos de mariposa agónica.
Vivir esta muerte que se me niega.
Me repito en los días.
Los devoro,
puedo lamer humildemente sus grietas,
maldecir cada latido que me separa de la muerte.
Zambullirme en la vida sin vivir,
vivir sin vos.
Es vivir la muerte misma,
la vida se va vaciando…
nublando, se acerca, se aleja,
se aleja, se aleja…