Nací al norte de África
a orillas del Mediterráneo,
pequeña ciudad típica
pródiga en cepas enraizadas
que viven en dulce épica.
Soy del jacinto el color,
de sus raíces la fuerza,
bulbo de perenne flor,
de griega grandeza
que va regalando olor.
Si rojo jacinto soy
mi centro arde puro,
entre las llamas me quemo,
soy sin dudar del puro
la ceniza que perdemos.
Si azul jacinto me ves,
vago en las alturas,
examino vagamente
del cielo su mesura,
ínterin mi temple en resoles
anda buscando cura.
Si de blanco jacinto voy,
es notoria mi pureza,
no creas que finjo soles
ni que cubro mi cabeza,
es que de tonta me creo
que aún viven las princesas.
Si de amarillo jacinto estoy,
tal que el jacinto, mi espigar
produce fragantes flores
que dispuestas han de estar;
grupos de pétalos fundidos,
para ornato primaveral.