Se parte la mañana con tus pasos
El sol fundido machacando arrugas
Cuanta clemencia castiga tu rostro
Penetrando hacia el dolor de la sangre
Por las cicatrices profundas de tus manos
De tierras bravas que traen castigo
Ninguno a ti, ni a tu jornal defiende
Jornalero nunca nadie estuvo contigo
Que no te engañen señoritos a caballo
Ni sus enormes monturas de caro metal
Ellos ladran para sus privilegios sin sol
No manejan la hoz, ni guadaña han tocado
Les interesa agrandar su cortijo y el cercado
Donde tu pierdes vida trabajando su ganado.