Nuestra luna llena de miel, como tu voz,
con alegría vengo oyendo en la noche,
bellos momentos, sin saber nada de hoz,
tu me oyes, yo te oigo sin ningún reproche.
Si estás en silencio tengo curiosidad,
a pesar de la calma, paz y sosiego.
A veces los dos hablamos en igualdad,
entonces libre decimos nuestro ego.
Como antes, todo quiero que me cuentes;
hasta los mínimos de tus inventos.
Amor; tus detalles son transcendentes.
Hablas con tus ojos salidos de esferas
es dulce tu voz en todos los momentos,
tus gestos me encantan, créame de veras.
Autor: Alcibíades Noceda Medina