LLEGA PRESUROSA... (Primer encuentro)

Llega presurosa,
con semblante extraño al saludar;
pasa al baño, como siempre,
pero algo distinta esta vez…
 
Me deja callado,
sin entender el motivo
de porqué tanto misterio;
me quedo esperando,
“esperando no sé qué”.
 
La ansiedad se muerde las uñas
mirando a través de la puerta;
tanto la inquieta el silencio
que le ordena a los latidos
hacer más silencio aún.
¡Ni un solo parpadeo
se atreve a molestarla!
 
La impaciencia se revela
y me obliga a tocar la puerta;
le pido disculpas por hacerlo,
pero no me muevo del lugar…
 
Por fin la incertidumbre
comienza a disiparse;
aunque las piernas me tiemblan
y mi boca es un desierto.
 
Sale del baño con sus cristales
relucientes como diamantes,
extiende su mano hacia mí
con algo que no entiendo bien qué es;
la miro de nuevo a los ojos
y en sus lágrimas comprendo
lo que esa “tirilla” quiere decir.
La vida, es bien sabido,
se expresa mejor sin palabras…
 
A golpes me enseñaron
que un hombre no debe llorar;
no se lo cuenten a nadie,
pero ese día descubrí
que incluso un “hombre bien hombre”
no es menos hombre por llorar de felicidad.
 
W.P.