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Fue por el me de julio – que al pasar por una calle
en verte acertaron mis ojos - no se si fue tu carita
o si acaso tu mirada, - ¡ me parecías tan triste !
tan temerosa y esquiva - hasta un poquito enfadada.
Te metiste lentamente - en el fondo de mi alma,
una hermana de camada - dormida te acompañaba
después de pasar un rato - de contemplaros a ambas
tan pequeñas, en la jaula - sentí un profundo deseo
de tocaros con las manos - y os acaricie un instante
y después… ya me marche.
Algo me inspiraste tu - en aquel leve contacto
que me obligaba a volver – al mismo lugar por verte
tus ojitos me buscaban, - temblorosa me mirabas
reclamando unas caricias - cada vez que me acercaba.
decidí al fin una tarde - sacarte de aquel encierro
y así fuiste para mi.
¡Eras tan diminuta! - mas pequeña que mi pie
tu pelo color de miel - tan suave como la seda
unos ojillos grandes - saltones y muy abiertos
tan negros como la noche - y muy chata la nariz.
Dando aspecto de mal genio - unos colmillos muy finos
asomando a cada lado - de color blanco marfil
pequeñitos y afilados - pinchaban como alfileres.
Eras tan suave y calentita - que te preferí a tu hermana
aun recuerdo todavía - que lamiéndome las manos
con cariño me besabas - y lo contenta que estabas.
Poco me duro tu compañía - no recuerdo bien el día
tan solo que fue un mediodía - que al pasar por una calle
tu vida quedo truncada - por salvar la de mi niña
aunque algo maltrecha quedaba, - a cambio la tuya dabas
No pude articular palabra - al saber de la tragedia
y entonces tan solo exclame - ¡ Dios mío, bendito seas !
¡que contenta habías salido! - tu suerte ya estaba echada
reventada, inerte y fría - en la acera te quedabas,
y a la pena de perderte - se unía una gran alegría.
No pude llorarte aquel día - hasta que note tu ausencia
sentí lastima por ti - y hoy recuerdo tu nobleza
el amor que una vez te diera - con creces lo devolvías
mi dulce y pequeña amiga.
*** ya le dedique un poema a mi mascota, pero rebuscando papeles encontré este otro
Y lo he querido colgar también.
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