En las próximas generaciones
volveremos a ver las estrellas,
la oscuridad de la tiniebla
se mece en las entrañas
de la podrida miseria.
Es hora de decir adiós,
poder sentir escalofríos
por la médula espinal,
acaparar las ideas
en la cesta de la vanidad,
enterrarla en el huerto
donde florecerá una nueva estirpe
que podrá ser aspirante
a de nuevo soñar.
Para hoy queda
un instante perdido,
un egoísta maldito,
un ser indisciplinado
que se atreve a ser ufano
en medio de su ignorancia.
Envíos en correspondencia
se demoran en mi espíritu,
son mensajes infames
que revolotean en mi pesar
como una pesada carga
en medio del desierto,
en medio de la sed del alma.
En los capítulos anteriores
se repetían las voluntades,
las secuelas de la novela
se presumen anormales
y se encaminan a un mundo
donde el virtuosismo
se entremezcla con la falsedad,
donde las grandes personas
se esconden en la presunción
del poder y la opulencia.
Por un instante
he descubierto la luz,
quiero viajar
en el barco de la salvación,
siento desidia
de admirar la gloria,
los ojos color miel
de tú fresca mente
me descubren la tranquilidad,
la posesión de los paseos,
en el camino recto
de un beso entre nuestras mentes,
una palabra en nuestro silencio.