Querida señora!

Querida señora de mi barrio adolescente
que mi mirada lograbas en tu cuerpo desviar,
me sabía tu eterno admirador consecuente
de las tardes mansas en las noches el desear.
Querida señora amiga de mis audaces
votos célibes de tu inmensa castidad,
lograbas sacarme las ideas de mis cauces
y observabas de reojo el paseo de mi andar.
Querida señora que una noche lograste
que el rubor subiera en mi cuerpo a soslayar,
y tal vez entonces sin saberlo me enseñaste
los caminos que la vida me hicieron desandar.
Querida señora que al goce de nuestros cuerpos
me seguiste teniendo como nunca a nadie mas,
en tus sábanas de seda me dormiste en sueños
que llegaban a la tarde y no sabían terminar.
Querida señora, amiga de mis estrofas
tu caricia altiva me supo acompañar,
por tus calles simples y tu cuerpo rosa
me enseñaste inquieta, en tu cuerpo, a amar.