Era la precisa hora de terminar
con la invasión de convenciones y rutina.
Fugaba entre las marionetas de siempre,que
ocupaban todos los espacios.
Subi sin pensarlo en un taxi y solo indique
distancia.
Una frenada brusca, un destello de luz y
de pronto, el driver rompió mi mirada.
Turbado, mire hacia sus muslos poderosos,
atrapados en un gastado jean, asombrandome
la prominencia en la intersección de sus piernas.
Con una mano manejaba y con la otra tomó la mia,
y la llevó a ella, su esencia de eros.
Sonrisas cómplices y una vibración no mensurable
en mi interior.
Vellos rubios se agitaban por el viento entre las
planificadas ajaduras de su jean y eso bastaba
para desatar el extasis.
Y claro que mi mano percibia con asombro las
variables de tamaño y forma de ese manantial
de placer, que parecia a punto de estallar.
De pronto, otra frenada brusca. Nuevo destello
y el conductor preguntandome por la dirección.
Con mis manos sudorosas, alcanze a bajar el
espejo del movil, y ver mi rostro enrojecido
y transpirado.
Pague, me baje del auto y otra vez mis circuitos
se conectaron con la realidad, que excluia
siempre, aunque solo sean momentos, divagues
de placer.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!