Suspendido en espacios ilimitados
Sin más soporte que unos pies sobre la tierra
Vibro al son del eco del silencio
En el aparente éxtasis de mi pensar.
Cierro los ojos, al sueño despierto
Y me hundo en mis triviales preocupaciones
De trascendental importancia a románticos empedernidos,
Pero controvertibles a veinte años de amor.
Quise soñar el primer beso
Y resucitarlo de las garras del voraz olvido
Y elevarlo sobre la cima más alta de la montaña
Y eternizarlo sobre en estatuas de perpetuas repeticiones.
Un beso, un abrazo qué más da,
Apenas es el inicio a la carrera,
Experiencia imborrable, inscripción pétrea
Sobre el alma que se despierta,
Querer discutible, aspecto del vivir,
Sublime, disfrazado y golpeado,
En un amor que trascienda la profundidad
Y se hace presente desde ansias ideadas
Hasta el calor de los cuerpos fundidos.
Te quiero, a veces, suena vacío,
como eco que repercute sobre dos montañas
en vicioso repetir.
Te quiero suena la voz sublime
De un corazón que habla,
Aun en las equivocadas razones
De filosóficas procedencias;
Pero es la verdad: te quiero
Y lo grito en alocados arrebatos de mi garganta.
¿me quieres?
Es la duda que me quema la conciencia.
Pero estoy seguro,
Que si te pienso, te elevo y te busco
Es porque te quiero
Y los sueños se hacen eco de mi sentir.