Los cafés

Dispersos cual islas de algún extenso mar

en algunos rincones de la ciudad.

Albergan desde náufragos a bohemios

variopinto calidoscopio de la realidad.

Mágicas pociones mantienen la virtud

de conseguir trocar alguna soledad.

Cofradías de las ignotas membresías

obedecen a una cotidiana fidelidad.

Discretas miradas avalan cierta cita

con un cabal sentido de complicidad.

Respetando de hecho y a rajatabla el

mínimo espacio de la mera privacidad.

Cada mesa resguarda un mundo único

los parroquianos con finjida serenidad.

Desasosiegos y la pasión apaciguados

por el decoro de una falsa seriedad.

Amables de día, misteriosos de noche

guardan en cada rincón una verdad.

Nunca será posible de ser revelada

sordos y mudos para su tranquilidad.