Hoy toqué el cielo con las manos
al observarme en tu mirar travieso,
al comprender que mi vida no era mia,
que mi sentir confundió a la soledad.
Y mi mirar olvidó el sentimiento,
y mi alma no sintió más sufrimiento
y la vida me sonrió por un momento
al tenerte un instante entre mis brazos.
Y quería caminar bajo la luna,
con las manos enlazadas y uno sólo
unidas nuestras almas y anhelos.
Y tenerte cada noche en mi regazo,
compartiendo la mirada más sensible
compartiendo el sentimiento incomprensible
al unir las pieles y los labios.
Y logré que la vida me sonriera
combinada en los colores de la aurora,
ahuyentando los fantasmas y las sombras
al tenerte junto a mí, entre mis manos.
El alba saludó, más sin embargo,
no pudimos contestarle cordialmente,
pues nuestras almas se encontraban
descansando en nuestros cuerpos suavemente.