Sábado en el hospital,
tarde de verano,
calor por doquier
que quema hasta las manos.
La guardia está vacía,
por el calor infernal,
la gente se olvida
hasta de su mal.
Ventiladores al máximo,
dando aire en cantidad,
para que de alguna manera,
podamos respirar.
Y si en algún momento,
alguien llega herido
todo nuestro equipo
lo atiende complacido.
y pasan así las horas,
veinticuatro,que son muchas.
esperando que la gente concurra
con babucha.
y así.
de esa manera,
nuestra guardia sucede,
gracias al sol que implacable
lanza sus rayos mortales
para que los pacientes no avancen.
y ya en el atardecer
todo se vuelve mejor
con alguna que otra brisita
escurriéndose por el interior.
y cuando nuestra día termina
sus 24 horas arduas,
24 horas de encierro
24 horas de compartir con mis compañeros.
mientras en casa.
mis dos hijos
quien sabe lo que están haciendo.