8 /II / 2.007
¡Cuanta la soledad! ¡Cuánta la amargura!
¡Que poca, la suerte! ¡Que grande, la desdicha!
Es tanto el vacío, tanto el dolor
que poco a poco va minando el corazón.
¡Tan grande es el túnel!, tan largo el camino,
tan espeso es el bosque
que es imposible abrirse paso
a través de la selva de la vida.
Llega un momento, en que ni un rayito de sol te ilumina,
apenas una pequeña brisa te refresca;
el corazón se te encoje hasta aprisionarte, asfixiarte…
sin apenas dejar paso al aire que te devuelva una bocanada de esperanza.
Sientes que tu alma se pierde de ti
que tus sentidos se bloquean
que tus piernas no responden,
que tu mirada se vuelve difusa, distorsionada, como en una nube lejana.
Tu vida te abandona, se aleja,
la miras lejana, como de otro.
Miles de preguntas te asaltan y quedarán sin respuesta,
vagando por el aire hasta el infinito; nadie, nunca nadie las sabrá contestar.
Y es que, el secreto se irá contigo,
pues es secreto, por que nadie antes supo preguntar,
nadie antes supo comprenderte, nadie se paró a pensar
que tras ese sufrimiento había un porqué, había un algo, una biografía, una historia…
Y te irás solo, casi sin molestar, sin hacer ruido, como siempre viviste.
Y es que, hasta para morir hay que tener suerte y tu amigo, nunca la tuviste.
Te irás sin una mano que sostenga la tuya, sin unos ojos que mirar por última vez,
sin sentir unos labios que te despidan, sin un abrazo que te abrigue en el viaje
sin tan siquiera un adiós, un hasta luego, un hasta pronto…
Adiós AMIGO mío;
todos te juzgarán, casi todos opinarán,
quizás, a muchos sorprenderás,
pocos, muy pocos, te comprenderán. ¡Pero que más da ya!