ROSTROS DE PIEDRA

El contenido del amor al aire se desvanecía,

el áspero humo irguió dos tapias de cigarrillos.

Algún saldo en la taza del café era vetusta lengua,

recitación falaz de la borra carente de sentido,

no auguraba la defunción de las manos muertas

ni los fríos besos de bocas antípodas.

En el cuarto oscuro la división del viento

cercenó la inspiradora cenicienta el latido,

en las pieles rotas lacrimales nocturnos derramaban

dolientes cascadas que en la cósmica legua la acritud pulsaba.

Apagón de estrellas relamía el desencuentro.

Platinados pasos obsoletos deslizaba el gaznate del cuervo,

inquietas sombras de silencio pétreo,

acto suicida retomaba la intención de resucitar ribetes yertos.

Extinto el rosáceo velo entre tinieblas silvestres

donde el vuelo de pájaros era desarmonía de senda,

convocación de delirio,

el hielo penitente se instaló en dos rostros de piedra,

frágil copa de incierto sino, quedó el continente vacío,

y de aquellos madrigales sensibles solo rastros desteñidos,

la magra expresión breve agonizó al último suspiro.

Todos los derechos registrados en Safe Creative & Published Word Press Poetry