Los pozos, made in Argentina.

Húmedos, reciclables, y de alguna manera
confort aunado con rejas de terciopelo,
un poco de perfume sangre y si los vieras!
personales formas de perder tu pelo.
A cada lado de las paredes insoslayables
un respiradero de olores nauseabundos
algún cura hipócrita que leia intachables
pasajes de la biblia en tono iracundo.
A lo lejos, los pasos de inmunes carceleros
que buscaban presas para eléctricas sesiones
gritos, desesperanza, dolores cancerberos
unas rebanadas de pan con camisones.
Y la palabra de Dios a sus hijos del rebaño
adonde estabas cuando el flagelo dominaba?
será por eso que el demonio en mis años
nunca traicionó sus odios por una mirada?
Pero fue la consecuencia brutal, indeclinable,
que me hizo códigos de calles y de vida,
esos que hoy mantengo con ideas intachables
valiéndome tan solo de mirarme las heridas,
perdón no he de pedirte señor de las gloriosas
epopeyas míticas del amor y del tablero
que pateaste en mi alma y hoy son rencorosas
imágenes pudientes de psicosis y carceleros,
pero ya aostumbrado a vivir con este enjendro
que llevo por demás sacudiendo mis valías,
no he muerto redentor! y no comprendo
como no mataste mis ideas en la vida.