Quiero morir contigo cuando mueras realmente
antes o después de ese último suspiro,
con mis manos en las tuyas...permanentes,
y el respirar profundo, del postrero latido,
con tus ojos en los míos, símbolo y vestigio
de la última mirada profusa de los amantes,
sin lágrimas ni tristeza, sin otros testigos
que estos dos locos bohemios, los de siempre los de antes,
sin la húmeda carencia de labios invertidos,
presos de paseos por las lenguas apretadas,
con el calor último del cuerpo sin abrigo
desnudos y dichosos, de no debernos nada,
quiero que sea un día sin la templanza
marchita de un otoño que vió nuestro retiro,
maneras perfectas de no callar añoranzas
formas oblicuas, de venerar nuestros sentidos,
y en el paso simple de la luz que se avecina
donde nada se compara con dicha y armonía,
atados de las manos, con las almas cristalinas,
por siempre inmortales, eternamente mía.