Un dÃa la madre se detuvo y miro hacia tras y una tremenda
Nostalgia embarga todo su ser, se encontraba sola.
Ella en ese instante deseaba la compañia de sus hijos.
Entendia entonces porque las mujeres que son madre, toleran situaciones que le provocan dolor en el nombre del amor.
Ese amor que esta dispuesto a dar la vida si fuese necesario por los hijos, este amor es poco comprendido. En el alma de todas las madres hay pliegues de honda ternura, sensibilidades tan bellas y elevadas y a su vez seran siempre desconocidas, para los hombres que jamás comprenderian el motivo o el porque de muchas lágrimas
Ese amor que da la fuerza, la energÃa al sentir que dentro de su vientre lleva una vida, y que se funden en un solo ser, la madre lo recibe como una bendición. Nacen los hijos, Pasa el tiempo los hijos crecen, se van, la madre ya cumplio con enseñar a sus hijos a volar con sus propias alas, pero al ver la casa vacia sin escuchar por la mañana un buenos dÃas, una beso en la mejilla, no hay más que su soledad, es en ese momento en que la madre quisiera volver a criar. Al recorrer la casa ya vacia y al pasar sin querer frente al espejo, solo se refleja en su mirada la tristeza, que acompaña a su soledad y recorre las habitaciones de la casa, con las manos en el vientre recordando aquellos momentos de alegráa, de una casa llena de risas de niños, como si fuesen ecos de voces que solo las madres comprenden en el hablar del silencio, mira el pasillo donde muchas veces recogia los juguetes de sus niños y al mismo tiempo asume que sus dÃas sus noches y amaneceres ya no son los mismos, cuando el nido queda vacio, a esas madres solo las acompaña una amiga llamada soledad, porque los hijos ya no están, volaron en busca de su propio hogar.
El tiempo pasa lento y la soledad sigue invadiendo su nido.
Ya la madre no es la misma, ya no tiene la misma energÃa, ya sus manos no son tan agiles para cocinar, ya la madre a esta altura de la vida ya cocina sin sal, su caminar es más lento, sus recuerdo se van borrando a cada paso que da.
Ya la madre ha dejado una huella en el camino de la vida,
No le queda más que ser amiga del silencio y aceptar la soledad. Vevi0/Otoño/2010.