Hoy, susurraré un te quiero,
y luego, dejaré que el tiempo se lo lleve,
hasta olvidarlo.
Y dentro de cien años,
cuando yo ya no esté, acá seguirá,
en el corazón de quienes lo tengan sangrante,
herido de penas o de muchos desengaños.
Para que de alguna manera
perciban que yo también estuve aquí,
tan triste como ellos,
escuchando el canto de unas lágrimas
en mil amaneceres distintos.
Amando las cosas bellas de este planeta,
el cual me arropó –a cambio de mi pasión loca–
con su lado más amargo.
Y dentro de cien años,
cuando la soledad y yo dejemos de ser amigos
y, seamos grandes amantes,
solo entonces, dejaré,
que me ame en su silencio…
Saludos Hoover, como todo tus poemas este no deja de ser la exepción, muy lindo poema con tu estilo único de palabras llenas de sentimiento...felicidades!!!^_^