Poema sinfónico.

Ya vibran las cuerdas dulcemente
agravando la tensión y el firme pulso
de manos dueñas de genio latente,
que presto liberarán mágico impulso.
Un do sostenido, desata los infinitos
acordes, que vibran en el pentagrama.
símbolos eternos de los manuscritos
que renacerán de secretos anagramas.
Sobrevuelan bemoles de suaves melodías
mientras aguardan tensos los timbales
ellos cambiarán el rumbo de las armonías
como pasos al cielo en grandes pedestales
Se percibe vibrar cristales de las galerías
con la orquesta a pleno, liberando legados
que en las partituras son solo cosmogonías
o voz de Dios que al hombre le han llegado
Andantes, allegros y arpegios con maestría
reeditan la Gloria que subyace en notas,
que al nacer gestan formas de la sinfonía
amalgama de gloriosas páginas remotas.
El triangulo silencia tan solo unos segundos
al adagio que da paso a sones magistrales
su embelezo nos lleva a viajes por mundos
donde habitan ángeles o seres celestiales.
Grave cello, flautas dulcísimas, violines alados
compiten con los vientos de sonar estridente
estremeciendo el alma con mensajes creados
con dones de deidades, felices o dolientes.
Apoteosis de voces con música de ensueño
que invade espacios recónditos del alma,
prefigurando belleza que esconden los sueños
en allegros brillantes o andantes con calma.