Pequeña canción poética iv

Me colocaron en busca y captura porque no quise acatar la ley. Los sentimientos son policías que me quieren atrapar; me mojé con uno y terminé despertando en un calabozo frío y solitario. Más tarde me llevaron a una sala donde estaban un juez indeciso, su abogado y mi lista de reproches sobre corrupción policial que nunca fue escuchada. El veredicto fue claro: prohibido tomar tranbordos si se hacen viajes a la luna.
Prendí una lumbre en la cumbre de una montaña y la alimenté con libros de poemas que no trataban de amor. Cuando quisé descender la montaña, caí rodando y aterricé sobre una cola de caballo. Misión espacial fallida, trágico accidente.
LLueve pero las flores de los campos no crecen. Su cama está en un club que se paga con diamantes y yo no quiero trabajar más en el teatro. Ya ven, me tocó la lotería y perdí el boleto ganador. La paciencia es una virtud por la carretera, me tortura la Inquisición y yo no les pienso contar nada.
Quiero dejar de jugar, y soy ludópata, y aún me queda dinero. Anoche me escapé de su cama mientras dormía y yo no podía, por la calle hacía un frío que pelaba y algunas chicas llevaban minifalda en misión humanitaria.
Soldador que busca la unión perfecta uniendo incompatibles, buscador incansable de sueños imposibles. Cambios bruscos de constumbres por mi ruta, he dado otro paso en el camino al olvido aunque aún no he llegado. Una de cal y otra de arena, una sóla de fracaso y miel.
Dulce es el sabor de mi deportación y amargo el del regreso. Carreteras peligrosas, he quemado la embajada del reproche y aún huele a su perfume, aún huele a gas.
Me quedó un corazón masoca y un tintero que debo rellenar con la tinta de mi sangre.