Porque el amor es semilla del bien;
esa que plantamos con la esperanza de frutos venideros;
porque de cada capullo nace una flor si se acicala con esmero;
porque el dolor se hace etéreo cuando más arrecia.
Por eso y por mucho más estoy aquí de pié.
Estoy aquí de pié; ensimismada en mis recuerdos,
recorriendo laberintos de nostalgias,
con la pasión ausente,
con mis pies descalzos de ilusiones.
En toda esta vorágine apocalíptica, estoy aquí de pié;
aunque los Laureles no me rocen;
aunque el amor me esté vetado;
aunque se amontone el hastío.
Aquí de pié entre espigas secas y acantilados gélidos,
sumergida a la fuerza en las aguas turbias de un mar pecaminoso,
cubierta por un cielo sin Galaxia.
Aquí de pié, esperándo lo imposible,
ceñida a mis sueños rotos,
saltando sobre caminos empedrados,
tratando de olvidar memorias dolientes;
porque la vida es eterna y el abrazo infalible.
Ivette Rosario