ODA A LA PREPOTENCIA

ODA A LA PREPOTENCIA
Eres más alta que nadie.
El cuello me duele al mirarte,
al mirarte desde tan abajo,
al verte tan arriba siempre.
Siempre en un pedestal,
siempre viéndote tan lejos.
Me rozas, me perviertes,
mientras yo, mi mirada pierdo.
Mi mirada está perdida en el olvido,
en el olvido de mis torpes movimientos,
torpe presencia, muchas veces, la mía,
torpes, también, mis falsos sentimientos.
¿cómo asir tu prepotencia?
¿cómo atrapar tu descaro?
¿cómo te crees tu tan guay
con tu figura de retaco?
Qué inocente, y yo me río,
crees ser más y no me miras,
en verdad eres más,
más tonta e ignorante,
tu grandeza te desnuda.
OH! gran sabia, ante ti me humillo nuevamente,
no es rencor, no es odio,
ni tan solo la expresión de mi violencia,
violencia expresada con reparo
amor nunca sentido, olvidado.
Si yo, de otro nivel, de ti me he mofado
entre dioses, tu cuerpo no será muy respetado.
Entre dioses te sientes rodeada,
y, entre dioses, falleces marginada.
Guay! es cierto, pero...¿de qué?
o mejor dicho...¿de quién?
No malinterpretes mis palabras,
contigo mi cuerpo gozó, una ocasión.
Pero ¿qué es mi cuerpo si mi mente
olvidando mientras, estaba, el momento?
Sabes, obviamente, que lo último sería ofenderte,
ofender esta divinidad perfecta, y si algún día,
por algún casual, llego a rozar tu perfección,
perdónanos, a mí y a mi osadía.
Por estar arriba, lo estas siempre,
crees saberlo todo de la vida
tal vez sabes algo de una vida,
más no la mía, desde luego,
pero reflexiona,¿es esto bueno?
Bueno no es bondad, ni malo fiereza
lo que busco es tu certeza, tu firmeza,
en que, sin duda, eres la mejor,
la mas prepotente, la que da calor.
Calor a quien lo pide, casi pagando.
Yo no pago con dinero, pero sí con mi tiempo,
que, aunque no es tan valioso como el tuyo,
por supuesto, y sin ser digno de mención,
yo valerosamente te lo mento.
¿Simpatía? quiero pensar que al menos eso,
pero no sé cómo disimular que eres lo peor.
Lo peor en todo lugar, en toda situación!
Salvo al estar rodeada de estas prodigiosas mentes,
de estas grandes personas, sabias gentes.
Permíteme que me ría una sola vez.
Permíteme que llore por tu ingravidez.
Ingravidez por no estar aquí, a mi nivel,
gracias por bajarte a mi bajeza soez.
Te agradezco hoy, y como hoy, siempre,
que seas tan bondadosa y te juntes con la plebe.
La plebe que te admira cariñosamente
-y ¿quién no?- pues yo -¿quién si no?-.
como siempre hago, me pregunto tu existencia.
(¿es de tu o es de usted como debo nombraros?)
Mientras no encuentro respuesta al protocolo
que se debe de seguir ante tu presencia,
sigo mi instinto, y ante esto te pido clemencia.
Pido perdón ante mi descaro de dirigirme a usted.
A usted directamente. Yo y mi descaro.
Siendo yo soez, pido, como siempre, una palabra.
Un adiós, un hasta luego,
un nada mas, un bueno,
en vez de eso, obtengo, de nuevo,
que tengo tu cuerpo en dos meses.
Qué meses más largos hasta volver a verte,
qué meses más agraciados ahora que no estas,
ahora que no estas encima mío,
ahora que puedo moverme y respirar.
Que presión la tuya en mi tórax, un instante,
que presión ejerciste aquel día,
nunca olvidaré tal ahogo
nunca olvidaré tal instrumento
Instrumento el mío, instrumento yo,
que fuerte mi destino,
ser cosa y no ser fuego.
Tan sólo arde ya en mi
Lo que te mando:
Un verso sellado,
Trapo avergonzado.