TAL VEZ FUIMOS DE HIERRO

Tal vez desempolvamos los disfraces

del placard que por años durmieron

lejos de las risas y tiernas frases

inconclusas nos fueron carcomiendo.

Tal vez convertimos las manos

en mitones de invierno,

labios ajados de acequias estériles

encajonaron el espacio

hasta fusionar besos de rutina obligada.

Quizás éramos racimas de uvas moras

olisqueando aromas sabuesos en la distancia,

colmenas  melosas en la piel saturada

 o tal vez un ardid de mentira inconsciente.

Tal vez hoy somos la inmovilidad del despojo,

rotas esfinges sobre el cuerpo del amor,

parábolas  de cristales viciados

en la fugacidad del tiempo que se ha roto.

Opacos reflejos en estelas de antros,

mirándonos desde otros ojos,

otros nombres y otras caras con rasgos heridos.

Tal vez resignamos el agua negra de la útil disputa,

la palabra que explota del alma,

la connivencia de sueños compartidos

y la tibieza de labios sin horas.

Tal vez no acumulamos cosecha del trigo

en las palmas vagas y descoloridas,

nos perdimos en esta infausta seducción

de gestos rígidos la distancia del hierro injuriado

selló el herrumbre irascible en el metal del cerrojo

y clausuró el umbral del sentimiento perimido.

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