“Corazón mío, cálmate o rómpete.”
Lord Byron.
¿No te reflejas acaso en el brillo
y en la niebla de nuestros ojos?
Misántropo te heriste hasta el cansancio,
y a pesar de que la gloria te embelleció la mirada
no pudo resguardarte de la veda de otros ojos,
y todo lo encontraste desgarrado.
Se volvió enfermizo tu desdén,
de mármol tu corazón;
volcánico, ardiente y cruel el amor,
dulce, tierna y enamorada tu alma.
Todo quedó atrás. No importa ahora.
No quisiste amar y sustituiste una daga por otra.
Así el orgullo, así tu miedo, tu gran miedo.
Y a nadie engañas.
Un ángel caído se señala a si mismo,
conoce su destino y tristemente
se enamora de su desgracia,
pues otro amor no le queda.
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